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Libertad en tiempos convulsos

Odios

Harta de ¿los judíos?

Me he permitido un pequeño juego. He tomado un artículo y le he modificado unas palabras de manera que cumple punto por punto todo el argumentario judeófobo. No he cambiado los argumentos en ningún momento, tan sólo los protagonistas del artículo y algún detalle menor, al igual que el nombre de la autora. El discurso de odio hacia los miembros de algunos grupos se están construyendo sobre los esquemas ya probados por los antisemitas. Al final, el enlace al texto original.

Harta de los judíos

Regina Fernández Escorreta

Conste que no tengo nada contra los judíos. Conste que algunos de mis mejores no sólo son hebreos sino que con alguno que otro parece incluso que mantengo una especie de matrimonio célibe. Conste que me encanta el petardeo corrosivo de los locos maliciosos que adoran a Moisés pero son capaces de reírse de que tardara cuarenta años en un trayecto de una hora de avión, que no se pierden una sola película de Woody Allen y que son capaces de decir las verdades más grandes envueltas en un engañoso abrigo de frivolidad irónica.

Dicho esto, creo que estoy en condiciones de meterme con el colectivo de moda, el lobby intocable que se revuelve en masa contra todo lo que huela a antisemitismo con una seriedad indigna del fino sentido del humor que caracteriza a sus miembros en general. Estoy asustada por el enorme número de judíos que hay en el mundo, asustada porque los gentiles que lo prueban no vuelven a necesitar ni a requerir el calor del cristianismo en lo que le resta de vida y harta de que sólo nos dejen las sobras.

Estoy admirada por el enorme poder que atesoran. El colectivo judío ha sido el único que se ha atrevido a meterse abiertamente con la el intocable cine norteamericano, después de que el pobre Mel Gibson rodara "La Pasión de Cristo". Martin Varsasky ha creado moda y a ver quien es el guapo que se atreve a decir que no está de acuerdo con el exhibicionismo de la Hanuká o de las adopciones por parte de parejas judías. Eso sin contar que los hebreos copan sectores profesionales enteros hasta el punto de que los pocos gentiles marginales que quedan en ellos, no acaban teniendo más remedio que mimetizarse con el ambiente dominante. ¿Acaso alguien conoce algún banquero, cineasta o alto directivo de la Bolsa que no sea judío o, al menos, trabaje en sábado?

Pero lo que peor llevo de todo es el contagio en general de rol judío que se ha extendido entre la masa gentil. Ahora todos los cristianos conocen el Antiguo Testamento mejor que los propios obispos, saben lo que son el shabat y pesaj, leen la Biblia más que cualquier sacerdote, no tienen reparos en tomarse ’un vinito kasher’ de vez en cuando y ¡hasta se esfuerzan por ser cultos y hábiles con el dinero! Tan abiertos de mente y políticamente correctos se han vuelto que muchos de ellos no se cierran a acostarse con judías y, como les decía al principio, por algo será, pero el que prueba, nunca vuelve...

Y aquí el original